Que camina al cielo que toma y mece en sus manos, me dices que sabes, que levanta y alza a través de esos senderos que no siguen ni terminan, que restringe alma, que me hice sangre en las palabras al repetir tu nombre, que con color y sonido, desborda mi sueño. Despójame de mi carne, ¡Olvídame en la arena, déjame rodear el alma, esconder bajo el sombrío camino, taparme con la noche y ser origen y fin. Déjame entrelazar el parpadear discontinuo de mi nombre, que no logro ver flotar de tus labios, que no logro ver desgastar con tus manos y rezar los secretos al cielo.