Aunque

Siento que hoy es un poco mas marcado.

(im) Par

El torbellino subía y bajaba desde mi garganta hasta el fondo de mi estómago, el minutero de mi alhajado reloj se burlaba de mi espera, tic-tac corrían los segundos como carcajadas.
Intentaba mantener en calma cada poro de mi piel que se contraía y dilataba al ritmo de mi agitado corazón.
Uno, dos y tres brandy. El choque de copas, servicios y hasta las propias conversaciones ya eran meramente un eco muy a lo lejos, una música monótona, tortuosa, que junto al cartel de RESERVADO hacían el juego perfecto.

Mesa para dos, perdón, para uno.

Casi pero aun No

Entro incontablemente por la misma puerta por la cual minutos después salía preguntaba si era lo correcto mientras que el sentido de palabras colgaba de la abrupta cascada de su boca eterna primavera cuando sus ojos doblegaban los susurros de incontrolables habladurías de una mueca gestada en lo más profundo de sus venas corre el silencio de me gustaría amarte de ti con la posibilidad de oler estrellas y palpar cada músculo sin tocarlo porque en cascada de perla se enlazan y alzan los segundos en concéntrico sentido emocional a la alegría de un parpadeo discontinuo con arrugas que hacen sumar su debilidad de carácter como vino a punto de avinagrarse.

Transversalmente

Ahí estaba, justo ahí, sentado en esa estrecha habitación atestada de gente que seguramente decía tener mejores razones que yo.
Todo está desecho en mis manos, y entre los respiros casi silencios de mi corazón, el sol parece ser tapado con un dedo y mis párpados caen ya no ligeros, y no quiero mirar más, observar ni siquiera soñar.
Y que si mis labios ya no gritan las cartas al cielo, cielo que ni crepúsculo tiene pero que actúa aún alegórico y ansioso de calma. Si el doblez de tu risa abrazara cada gesto, cada contorsión de mi alma, entonces debería ver tus manos rezar mis pensamientos y desgastar mi nombre.
Espero a que los segundos alcancen mi paso, parece cierto que mi voz ya no tiene color. Que color ni que colores si no es mas que un desgano de vivir. Un pequeño aire añejo que no cicatriza sólo percude mis manos con tu hedor.
Se sumerge en el dulce vinagre y nada con su racionalidad de pez, alborotas cada poro de mi piel que desea ser arrancado bruscamente.

Extraño es no escuchar el agitar de tus monosílabos.