Quiero levantar mano al cielo,alzarte, para bailar con tu anhelo eterno, porque no sientes sino presientes cuando mi silueta se respira en las hojas del desierto. Mis ojos claman y reclaman bajo la espesa comisura de tu voz que en torbellino de alegoría infinita bajan y descienden a ese ser obscuro, lleno de desgano, sonrisas sin sonrisas, lleno de rostros que apagan la jornada. Y no es, sino, que tu dulce promesa que se ordena en un rincón tranquilo, atestado de juicios sin razón, seco sin deseos de júbilo. Se queda inmóvil al borde del camino, caen los parpados ligeros, respiro. El mundo se reserva y el alba reza sus secretos mas íntimos,palpo y escucho, siento los deseos mas triviales y regreso tanto y tanto, cuando viene mágico el silencio. Y entonces, después de todo,existe.

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