Cuando abrió los ojos se dio cuenta de lo que sucedía. Trato de pensar en aquellas cosas pero se percató de que ya no estaban en su cabeza. Camino un par de pasos y se enamoró de lo verde del árbol, se abrazo a sus raíces. Su cuerpo era uno con el viento y el agua fluía su existencia por él. Se alimento de la tierra y se nutrió del sol, sí, del sol. Ya no era ni sería, solo existía. El cuerpo cosquilleaba, se estremecía, cada parte danzaba en el ritual mas maravillo y excitante. Feliz de estar respirando.-

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