…[Cierro los ojos sobre el borde-limite del silencio y espero, efímero, que me tome y me arrastre entre alborotos, corriendo, andando, huyendo, bajo aires casi nebulosos. Entre tanto y tanto cuando respiro, cuando observo, sentando, sus entonces fúnebres sus sombras incoloras. Designo mis cartas al sol, me arrastro súbitamente bajo tu piel, acariciando los secretos y anhelando tu melodía mas dulce. Conduce mi dualidad infinita sobre el deseo de murmurar la debilidad de mi encuentro, donde tú, hombre indigno de palabras, desbordas los más secos e inmemorables intentos, todos ellos meros simulacros de ti y de mí. Busco evocar las dulzuras mas simples sobre el palpitar discontinuo de un mar inocuo]…

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